quinta-feira, 29 de agosto de 2013


ORACIÓN DE SALOMÓN PARA OBTENER LA DIVINA

SABIDURÍA

.191. ¡Oh Dios de mis padres y Señor de misericordia, que hiciste todas las cosas por medio de tu palabra y con tu Sabiduría formaste al hombre para que fuese señor de las criaturas que tú hiciste, a fin de que gobernase la redondez de la tierra con equidad y justicia y ejerciese el juicio con rectitud de corazón! Dame aquella Sabiduría que asiste a tu trono y no quieras excluirme del número de tus hijos, ya que yo soy siervo tuyo e hijo de tu esclava, hombre flaco y de corta edad y poco idóneo aún para entender el derecho y las leyes. Porque, aun cuando alguno de entre los hijos de los hombres fuese un varón consumado, si se ausentare de él tu Sabiduría, no valdría nada (Sap. 9, 1-6). 

192. ... Tu Sabiduría, que conoce tus obras, se hallaba también contigo entonces, cuando criabas el mundo, y gabía lo que era acepto a tus ojos y qué cosa era conforme a tus decretos. Envíala de tus santos cielos y del solio de tu grandeza, para que esté conmigo y conmigo trabaje, a fin de que sepa yo lo que tc place, puesto que sabe ella todas las cosas, y todo lo entiende, y me guiará con acierto en mis empresas, y me protegerá con su poder, con lo cual mis obras serán aceptas, y gobernaré con justicia a tu pueblo, y seré digno del trono de mi padre. Porque, ¿quién de los hombres podrá saber los consejos de Dios?, o ¿quién podrá averiguar qué es lo que Dios

quiere? Porque tímidos son los pensamientos de los mortales e inciertas o falaces nuestras providencias,, pues el cuerpo corruptible apesga al alma y este vaso de barro deprime la mente, ocupada en muchas cosas. Difícilmente llegamos a formar concepto de las cosas de la tierra,y a duras penas entendemos las que tenemos delante de los ojos. ¿Quién podrá, pues, investigar aquellas que están en los cielos? Y sobre todo, ¿quién podrá conocer tus designios o tu voluntad, si tú no le das Sabiduría y no envías desde lo más alto de los cielos tu Santo Espíritu, con que sean enderezados los caminos de los moradores de la tierra y aprendan los hombres las cosas que a ti placen? Visto que por la Sabiduría fueron salvados, ¡oh Señor!, cuantos desde el principio del mundo te fueron aceptos (Sap. 9, 9-19).

193. A la oración vocal hay que añadir la oración mental, que ilumina el espíritu, inflama los corazones y dispone el alma para oír la voz de la Sabiduría, saborear sus dulzuras y poseer sus tesoros.

Personalmente, yo nada encuentro tan eficaz para atraer el reino de Dios, la Sabiduría eterna, a nuestras almas, como el juntar la oración vocal con la mental, recitando el santo Rosario y meditando los quince misterios que encierra.

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