quinta-feira, 28 de maio de 2015

PRIMERA LECTURA Y COMENTARIO
Lectura del libro del Eclesiástico 36,1-2a.5-6.13-19:
Sálvanos, Dios del universo, infunde tu terror a todas las naciones, para que sepan, como nosotros lo sabemos, que no hay Dios fuera de ti. Renueva los prodigios, repite los portentos. Reúne a todas las tribus de Jacob y dales su heredad como antiguamente. Ten compasión del pueblo que lleva tu nombre, de Israel, a quien nombraste tu primogénito; ten compasión de tu ciudad santa, de Jerusalén, lugar de tu reposo. Llena a Sión de tu majestad, y al templo, de tu gloria. Da una prueba de tus obras antiguas, cumple las profecías por el honor de tu nombre, recompensa a los que esperan en ti y saca veraces a tus profetas, escucha la súplica de tus siervos, por amor a tu pueblo, y reconozcan los confines del orbe que tú eres Dios eterno.
COMENTARIO
La manifestación del Dios Soberano que pretende el autor del Eclesiástico no se corresponde con los designios salvíficos divinos. Él en su buena fe, pide para que sea bendecido y enaltecido el Dios todopoderoso que alienta su fe y sus promesas, e incluso le ofrece sus súplicas y alabanzas. Pero Dios es grande y su brazo llega a los confines de la tierra, no cuando nosotros lo pedimos o necesitamos, sino como manifestación de su gloria y sabiduría infinitas, reconocibles en sus obras maravillosas. Reconocer esa grandeza y misericordia divinas es lo que nos acerca al cumplimiento de las promesas de Dios para con su Pueblo. Es lo que nos permite implorar a Dios y acoger su bendición y su gracia; lo que nos une a Él en la promesa de elección y filiación que se realizó con Jesús, primogénito de todos los Pueblos en el nuevo Reino de Dios. Esta es la verdadera Sabiduría que nos llega a nosotros en la alabanza de Dios.

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