segunda-feira, 25 de agosto de 2014

an las heridas de la flagelación, todo hermoso, pero estaban las cinco llagas». Y «Jesús quiso llevarlas al cielo para rogar por nosotros, para mostrarle al Padre el precio», como si dijese: «Este es el precio, ahora no los dejes solos, ayúdales».
Y al rezar pidamos: Jesús ayúdame, Jesús dame fuerza, resuelve este problema, perdóname». Rezar así, «está bien», pero al mismo tiempo no hay que olvidar decir también: «Jesús ruega por mí, muestra al Padre tus llagas que son también las mías; son las llagas de mi pecado, son las llagas de mi problema en este momento». Así Jesús es el «intercesor que sólo muestra al Padre las llagas: esto sucede hoy, en este momento».
Con la seguridad de que Él está rogando del mismo modo por «cada uno de nosotros: “Yo ruego por ti hermano, hermana, ruego por ti, para que tu fe no decaiga”». Por ello debemos tener «confianza en esta oración de Jesús, con sus llagas, ante el Padre».
Papa Francisco.

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