
¿QUE HAY EN EL CORAZÓN DE UN SACERDOTE? 6
"Yo te absuelvo", los milagros obrados en la confesión
¿A quién le gusta irse a confesar? Hoy la gente casi no se confiesa, en parte por nosotros mismos, por la falta de disponibilidad. ¿Pero qué experimenta un sacerdote al confesar? ¿Qué he experimentado en estos siete años?
1. Una transformación: el corazón se transforma en el de Cristo, para así poder acoger, motivar, retar, perdonar y donar la paz a los penitentes.
2. Una gran responsabilidad: estoy abriendo las puertas del cielo a muchas almas.
3. Una gran necesidad de ser un fiel instrumento del Espíritu Santo: "quien a vosotros escucha, a mí me escucha". Lo que desates en la tierra, queda desatado en el cielo.
4. Una gran compasión: agradezco a Dios mis mismas limitaciones que tanto me ayudan a ser comprensivo con los demás.
5. Una apertura para aprender de los penitentes: he visto tantas almas tan deseosas de la santidad y que me han ayudado tanto.
6. Una sensibilidad creciente: con frecuencia la gente llora, pero reconozco que una vez lloré al ver la fe de una señora sencilla, quien a pesar de sus múltiples problemas, casi inhumanos, hablaba de Dios con un amor y un cariño que jamás he experimentado.
7. Un deseo de reparar más: primero por mis pecados y segundo por los de mis almas, mis penitentes. El sacerdote está llamado a suplir lo que el penitente no pueda reparar.
8. Un compromiso personal de vivir cada semana mejor mi propia confesión. Qué importante es que el sacerdote experimente la misericordia para ser misericordioso en el confesionario.
¿QUE HAY EN EL CORAZÓN DE UN SACERDOTE? 6
"Yo te absuelvo", los milagros obrados en la confesión
¿A quién le gusta irse a confesar? Hoy la gente casi no se confiesa, en parte por nosotros mismos, por la falta de disponibilidad. ¿Pero qué experimenta un sacerdote al confesar? ¿Qué he experimentado en estos siete años?
1. Una transformación: el corazón se transforma en el de Cristo, para así poder acoger, motivar, retar, perdonar y donar la paz a los penitentes.
2. Una gran responsabilidad: estoy abriendo las puertas del cielo a muchas almas.
3. Una gran necesidad de ser un fiel instrumento del Espíritu Santo: "quien a vosotros escucha, a mí me escucha". Lo que desates en la tierra, queda desatado en el cielo.
4. Una gran compasión: agradezco a Dios mis mismas limitaciones que tanto me ayudan a ser comprensivo con los demás.
5. Una apertura para aprender de los penitentes: he visto tantas almas tan deseosas de la santidad y que me han ayudado tanto.
6. Una sensibilidad creciente: con frecuencia la gente llora, pero reconozco que una vez lloré al ver la fe de una señora sencilla, quien a pesar de sus múltiples problemas, casi inhumanos, hablaba de Dios con un amor y un cariño que jamás he experimentado.
7. Un deseo de reparar más: primero por mis pecados y segundo por los de mis almas, mis penitentes. El sacerdote está llamado a suplir lo que el penitente no pueda reparar.
8. Un compromiso personal de vivir cada semana mejor mi propia confesión. Qué importante es que el sacerdote experimente la misericordia para ser misericordioso en el confesionario.
"Yo te absuelvo", los milagros obrados en la confesión
¿A quién le gusta irse a confesar? Hoy la gente casi no se confiesa, en parte por nosotros mismos, por la falta de disponibilidad. ¿Pero qué experimenta un sacerdote al confesar? ¿Qué he experimentado en estos siete años?
1. Una transformación: el corazón se transforma en el de Cristo, para así poder acoger, motivar, retar, perdonar y donar la paz a los penitentes.
2. Una gran responsabilidad: estoy abriendo las puertas del cielo a muchas almas.
3. Una gran necesidad de ser un fiel instrumento del Espíritu Santo: "quien a vosotros escucha, a mí me escucha". Lo que desates en la tierra, queda desatado en el cielo.
4. Una gran compasión: agradezco a Dios mis mismas limitaciones que tanto me ayudan a ser comprensivo con los demás.
5. Una apertura para aprender de los penitentes: he visto tantas almas tan deseosas de la santidad y que me han ayudado tanto.
6. Una sensibilidad creciente: con frecuencia la gente llora, pero reconozco que una vez lloré al ver la fe de una señora sencilla, quien a pesar de sus múltiples problemas, casi inhumanos, hablaba de Dios con un amor y un cariño que jamás he experimentado.
7. Un deseo de reparar más: primero por mis pecados y segundo por los de mis almas, mis penitentes. El sacerdote está llamado a suplir lo que el penitente no pueda reparar.
8. Un compromiso personal de vivir cada semana mejor mi propia confesión. Qué importante es que el sacerdote experimente la misericordia para ser misericordioso en el confesionario.

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